“Chiqui” Aguayo

Rutina de “Chiqui” Aguayo en el Festival De Viña:

¿Doble estándar o mal gusto?

 Gran revuelo causó la rutina de la comediante Daniela “Chiqui” Aguayo debido al uso de garabatos y lenguaje subido de tono en su performance. Los medios de comunicación y redes sociales criticaron su actuación tanto a favor como en contra.

En el segundo día del Festival de Viña del Mar, su performance marcó más de 40 puntos y fue premiada con la gaviota de oro y de plata. Su humor  estuvo basado principalmente en chistes rápidos referentes a la cotidianidad de las mujeres y en los clichés de nuestra sociedad en un lenguaje de alto calibre y subido de tono.

Al momento de introducirla al público, Rafael Araneda la presentó como “una mujer empoderada, con carácter y personalidad además auténtica y directa”. Daniela Aguayo entró modestamente al escenario, sin embargo, a medida que avanzaba en su rutina se fue ganando al público.

Esto causó reacciones diversas en la audiencia. Hubo quienes encontraron “vulgar y soez”la actuación y para otras personas fue un ejemplo de sacar a la luz  los prejuicios del diario vivir en Chile.

Su rutina no estuvo exenta de uso de chistes con garabatos y genitales. También hablo acerca de las relaciones de pareja.Por ejemplo, uno de sus chistes aludía al pene de su marido.

Frente a este acto se abren varias posturas. Entre ellas está el debate de género. ¿Un hombre que hace una rutina similar, aludiendo a genitales, garabatos y sexo es menos criticado que una mujer que hace esa rutina?. La otra postura es si fue una rutina vulgar y de mal gusto que abusó de lenguaje subido de tono.

Su actuación abrió este debate y las redes sociales se llenaron de comentarios de a favor como en contra. Ante tanto revuelo que causó, ella señaló a los medios de comunicación “No puedo hacerme cargo de la odiosidad de las redes sociales”.

Lo que si queda claro es que en su actuación se tocaron varios temas tabús sexuales  y sociales, principalmente respecto a la mujer de una forma sarcástica y mordaz que deja de que hablar.

Escrito por Marisa Muñoz.