El acoso escolar o bullyng…
¿Se está escapando de nuestras manos? Nuevamente, un menor, esta vez de 13 años, deja una emotiva carta, relatando el horror y sufrimiento que recibía en su establecimiento educacional, lo que lo llevó a suicidarse. Y como una lamentable coincidencia, en España, el 26 de enero, sucumbía la noticia del siuicidio de Diego. Niño de 11 años quién antes de…
¿Se está escapando de nuestras manos?
Nuevamente, un menor, esta vez de 13 años, deja una emotiva carta, relatando el horror y sufrimiento que recibía en su establecimiento educacional, lo que lo llevó a suicidarse.
Y como una lamentable coincidencia, en España, el 26 de enero, sucumbía la noticia del siuicidio de Diego. Niño de 11 años quién antes de suicidarse le escribe a sus padres…
“Yo no aguanto ir al colegio y no hay otra manera de no ir”
Pensar en esto, y darse cuenta que un niño, sienta que no tiene salida en su vida…que vé todo oscuro por sentirse dañado emocionalmente, merece repudio absoluto a todo lo que uno pudiera expresar.
Diego dejó escrita una carta antes de suicidarse. Se lanzó por la ventana del quinto piso de su vivienda el pasado 14 de octubre de 2015. En ella, este niño madrileño de 11 años se despedía de sus padres diciendo: “Nunca os olvidaré”.
Además, dedicaba unas palabras a su abuelo, a su tío, a su hermanastra, y dejaba la siguiente frase: “Os digo esto porque yo no aguanto ir al colegio y no hay otra manera para no ir”. Sus padres, Carmen y Manuel González, de 53 y 58 años, se aferran a esa carta para pedir que se reabra el caso de su hijo, alumno de un centro concertado religioso madrileño, por ser un terrible acto de acoso escolar.
Ya que, el Juzgado de Instrucción 1 de Leganés (Madrid) archivó la causa en diciembre 2015, “al no poder determinarse que hubiera habido intermediación de terceros en la muerte del pequeño”, según fuentes judiciales. Los padres presentaron un recurso para reabrir el caso, que la jueza recibió y se encuentra en tramitación, según las citadas fuentes.
Hace unos días nos enteramos de que Daniel Fitzpatrick, de 13 años, se quitó la vida en el ático de la casa en que vivía con su familia en Staten Island, Nueva York. Daniel también dejó una carta escrita en hoja de cuaderno, donde relata el acoso que había sufrido de varios compañeros de colegio y la falta de acción por parte de casi todos los profesores y la directora del centro, situado en un barrio de Brooklyn.
El Holy Angels Catholic Academy. Coincidentemente, un colegio católico, al igual al que asistía Diego González en España.
Apenas un mes antes había escrito la carta en la que decía “me rendí. Los profesores no hicieron nada”. En esas líneas Danny ponía nombre a los compañeros que le estaban haciendo bullying y como acabó peleándose una vez con uno ellos. Una vez, Danny terminó con el meñique roto. “Me acosaron y lo hicieron constantemente”, se puede leer en el texto.
“Mrs. Goldrick [la directora] no hizo nada”, subrayó Danny, que sólo tuvo palabras cariñosas hacia Ms. D’Alora “la mejor profesora. Ella me comprendió e hizo algo, pero no duró mucho”. Su afligida madre, Maureen Fitzpatrick, lamentaba en el diario que su hijo -al que describía como sensible- hubiera tenido que morir para ser escuchado. En septiembre, Danny iba a empezar las clases en otro colegio. El centro Holy Angels Catholic Academy había sugerido que el niño repitiese curso en otro lugar.
Según detalló su padre, para el diario ‘Daily News’, Daniel Fitzpatrick, la directora les indicó que ese no era “un buen ambiente” para Danny. Desde la diócesis a la que pertenece el colegio, se emitió un comunicado señalando que “la directora, los profesores y la plantilla de la Holy Angels Catholic Academy están destrozados por la pérdida de Daniel Fitzpatrick”.
Aunque no había mención directa a las críticas de la familia hacia el centro por inacción, el documento apunta que “a la luz de esta tragedia estamos reexaminando las políticas de prevención del bullying y el entrenamiento”.
El padre de Danny se desahogó en las redes sociales. Después de agradecer las muestras de cariño y el apoyo recibido en estos últimos días, Fitzpatrick dijo que echaba de menos a su hijo y que ningún niño tendría que pasar por lo que había pasado el suyo.
También lanzó un mensaje a los padres “de los chicos que atormentaron a mi hijo” y a los que calificó de “pequeños monstruos asquerosos”. Fitzpatrick espera que “nunca tengan que sentir lo que está pasando mi familia”. Palabras que denotan dolor, amargura, ira y desolación, pero que no quiere decir que desea la muerte de ‘esos’ niños.
Según explicaron los padres al ‘Daily News’, Danny era acosado en la clase de gimnasia y fue humillado en clase por un maestro. “Decía que tenía miedo de sus profesores”, recordaba Maureen. La familia Fitzpatrick puso en marcha el pasado viernes una colecta online con el objetivo de recaudar 10.000 dólares y darle a su hijo el funeral que se merece.
Este domingo los fondos -de más de 1.900 personas- ascendían a casi 77.000 dólares. Algunos donativos han ido acompañados de condolencias y de mensajes para trabajar más en la prevención del acoso y del suicidio. También hay quienes reclaman algún tipo de sanción para los responsables del centro.
El adolescente se suicidó superado por el tormento, según contaron sus padres en exclusiva al diario Daily News.
Nuestro país, no está ajeno a estos sucesos que lamentablemente ocurren a diario, y a veces se ocultan en situaciones de actos de defensa.
Pero la aproximación del Gobierno al problema difunde una idea confusa del fenómeno, que se mezcla con otros tipos de violencia escolar, e ignora o pasa por alto tres elementos importantes en el planteamiento de su política al respecto.
Primero, hay un error (o sesgo) en el diagnóstico de las problemáticas del sistema, al hacer válido el concepto de bullying para toda la realidad educacional nacional en la misma medida, realidad que es estratificada, segmentada, incluso en el plano de las culturas escolares.
En las escuelas y liceos municipales (y en particulares-subvencionados vulnerables) la violencia toma otras formas: la agresividad es generalizada en el alumnado, se usa en el lenguaje cotidiano, para resolver problemas y para ganar estatus, además de situarse en comunidades escolares ya vulneradas que no tienen los recursos para enfrentar estas problemáticas.
Puede que también haya matonaje, eso es cierto, pero es insignificante en comparación con esta violencia escolar, que es estructural y tiene que ver con las condiciones de pobreza (sí, pobreza) en la que viven los niños, niñas y adolescentes, sus familias, sus barrios y sus colegios.
En segundo lugar, el afrontamiento del problema del bullying, la “Ley Anti-Bullying”generada el 2011 http://bcn.cl/1uvxm No establece financiamiento para programas de prevención que puedan insertarse en la planificación pedagógica y que puedan obtener resultados más genuinos y duraderos a través del fortalecimiento de recursos de la cultura escolar.
Por el contrario, es proclive a los efectos a corto plazo de una política de castigo, a través de multas a los colegios, política que contribuirá, como el SIMCE, a la escalada de cierres de colegios públicos, que seguramente serán los más sancionados por su situación de violencia patente.
En tercer lugar, el abordaje que el actual MINEDUC hace de la violencia en la escuela es ideologizado, contiene una intencionalidad política que se deriva del “dogma del libre mercado”, según el cual el Estado deber ser lo más pequeño posible y la iniciativa privada debe satisfacer las necesidades de la población, incluidos derechos fundamentales como la educación, la salud y la vivienda.
Por lo tanto, la política antibullying sostiene un discurso en contra de la violencia que obvia a la violencia institucional, la que ejercen las estructuras sociales y económicas y las autoridades políticas, y que resalta la violencia física de los estudiantes, la que es expresión de malestar y consecuencia de condiciones de vida paupérrimas. Para el Gobierno, esta violencia física es más fácil de manejar con conceptos como “bullying”-en el significado confuso promovido por el MINEDUC-porque sirven para situar la responsabilidad en los niños y jóvenes, y de paso para desprestigiar a la educación ya sea pública o privada.
En síntesis, la violencia escolar ha sido abordada en una forma liviana, sesgada y segregadora, apta para sostener un discurso demagógico y efectista desde el Ministerio.
A la vez, está hecha sin pensar en un abordaje profesional efectivo del problema sino para tener resultados “concretos” en el corto plazo: colegios multados. En este sentido, la solución es muy coherente con las tendencias de “estado policial” que el gobierno de Piñera (así como los de la Concertación) ha mostrado en general en sus políticas educativas y para la juventud.
Por último, al introducir una nueva presión al poco y golpeado sector público de la oferta escolar se establece una medida que Milton Friedmann se pararía a aplaudir si no estuviera bien muerto como lo está.
La última estadística que se realizó en forma adecuada bajo el alero ministerial fue en 2007. En Chile, el 86% de los escolares dice ser constantemente testigo de violencia en sus colegios, una cifra que hay que tomar en cuenta para prevenir y no llegar la realidad de países como España o Estados Unidos, donde las campañas contra el bullying suman y siguen. Y ya vemos que los resultados fectivos, no han sido.
Las denuncias por bullying aumentaron en un 28% en sólo un año, según cifras de la Superintendencia de Educación Escolar, ya que el organismo recibió 13 mil, 417 denuncias, desde septiembre de 2012 hasta agosto de este año. Según expertos, esto se debe a un problema de educación ética y moral de la sociedad. El maltrato físico entre escolares lidera la nómina.
Los niveles en donde hubo mayor cantidad de agresiones fueron primero y quinto básico y primero medio. Respecto a los colegios, los particulares subvencionados son los que más denuncian, seguidos por los municipales y los particulares pagados.
Cómo resolver…la casa, la familia, cómo esta sea, monoparental, bipaternal, bimaternal o con mamá y papá; o de abuelos, tías, tíos…los valores de respeto, cuidado, solidaridad, tolerancia, deben ser inculcados, aplicados y enseñados por nosotros, los adultos.
Y por sobre todo ser ejemplos de ellos, demostrar lo que se enseña…si educas con amor, tolerancia, respeto, se transforman en eso…en personas solidarias, con respeto por uno mismo y por el otro…
Recuerda….El bullying es una forma de violencia escolar en la que un estudiante actúa como “matón” o un grupo de estudiantes como “pandilla” y se caracteriza básicamente por la intimidación persistente y sistemática sobre una víctima habitual.
El matonaje –un término más adecuado para nuestro idioma- puede llegar a la agresión física grave, pero es más frecuente el hostigamiento psicológico que puede darse a través de la humillación y el aislamiento social. Entonces un herido en una riña cualquiera al interior del colegio no es víctima de bullying, un ajuste de cuentas a la salida del colegio tampoco y tampoco el “bufón” del curso, el que molesta a todos, es un matón.
Si vives, sufriste u observaste algo así, no lo calles…denuncia, habla…TODO SE PUEDE SOLUCIONAR…no crees?
Escrito por LISSET MOLINA.
